domingo, 5 de septiembre de 2010

Paraíso 18: Dios como artista gráfico!


En el verso 109 de Paraíso 18, Dante se refiere a Dios como si éste fuera un artista gráfico, pensando probablemente en los que iluminaban manuscritos escribiendo, decorando y coloreando letras:

"Quei che dipinge lí, non ha chi 'l guida;
ma esse guida..."


(A aquel que pinta allí no lo dirije nadie; él mismo se dirije...)

Pensé inmediatamente en el famoso grabado "Drawing Hands" de M.C. Escher, arriba.

1 comentario:

Luis Adolfo Siabala dijo...

Una bella frase, sin lugar a dudas. Platón en "Thimaeo" habla del Teos como Razón suprema, Creadora, y al hombre como la réplica de esa Razón absoluta: el re-creador, el artista. Las primeras bíblias incunables eran por ello una obra de arte de iluminación a pulso, de grabados que llamaban a la vista y a la admiración. ¡Qué acertado el verso dantiano, en ese sentido! me recuerda el Salmo 104:24 (CIII:24 Scio de San Miguel): Quàm magnificata sunt opera tua Donine! omnia in sapientia fecisti: impleta est terra possessione tuâ. ("¡Cuán magníficas son tus obras, Señor! todas las cosas hiciste con sabiduría: llena está la tierra de tu posesión". -Nota: bienes y riquezas-) Y ante esta majestad de arte, ante el poder de la contemplación, Debussy escribía en la pluma de "Monsieur Croché": "Sobre el Pont des Arts hay un hombre. Contempla el juego de colores sobre París. Sus ojos siguen el rápido centelleo de los reflejos sobre el agua y los bordes de los pequeños botes. Son unos ojos brillantes bajo unas cejas pobladas, salientes. Su mirada tiene algo que indica que está sumido en sus sueños. Sus labios son gruesos y sensuales. Su nariz tiene formas bien marcadas. Pero lo que más destaca en él es su gran frente, que se abomba sobre el rostro bajo una tupida cabellera. No hay que ser muy buen conocedor de los hombres para reconocer en este joven hombre a un joven artista. Su fisonomía recuerda en sus líneas, marcadas y al mismo tiempo suaves, a los retratos del Quattrocento italiano. Esa mirada sobre París tiene algo tranquilizador"...
"¿Por qué aplaudir una obra de arte? ¿por qué esos impulsos ante una propuesta musical? ¿Quién, acaso se presta para aplaudir un atardecer? Vean cómo la mirada se pierde en ese silencio que llamamos contemplación y las manos, de repenten, adoptando posturas de reverencia, se confunden en el éxtasis de admiración ante ese lienzo de eternidad!"
Abrazos dantianos