lunes, 14 de abril de 2008

PURGATORIO XI Giotto y Cimabue


Mañana martes 15 leemos Purgatorio XI.


Les adjunto un bonito dibujo del purgatorio de Dante, que encontré en un site en portugués !!!


Se nota claramente --con el número 5-- la cornisa de los soberbios, tapizada de relieves en mármol.


En el canto X Dante y Virgilio contemplaron tres de estos relieves que representaban tres escenas de humildad, y finalmente vieron aparecer a los penitentes doblados bajo el peso de piedras enormes.


Ahora, en el canto XI, Dante conversará con tres de estos sufrientes: un soberbio por "apellido", un soberbio por "talento", y un soberbio por "cargo público".


El soberbio por talento es el pintor Oderisi da Gobbio, cuyo discurso ocupa la mayor parte del canto. Aquí se menciona al Giotto y a Cimabue, pintores contemporáneos de Dante, y se discute sobre la futilidad de fama cuando ésta no va acompañada de la humildad y el reconocimiento de que todo talento proviene de Dios, que es la causa primera.


Recordemos, como bien dice Lucho siabala, que Juan Sebastián Bach escribía siempre en sus obras "Ad Gloriam Dei". Por si acaso...

1 comentario:

Luis Adolfo Siabala dijo...

En la cuestión de cómo los talentos fueron empleados en vida, Oderisi da Gobbio, talentoso miniaturista -por tanto con plena autoridad de opinión-, refiere la vanidad de la fama mundana de los pintores italianos, (observada por los teologos del siglo de Dante), planteándonos la cuestión de porqué es réproba la actitud de negar aquello que uno ha recibido para fines trascendentales: Ad Gloriam Dei.



Dos contextos: el talento de uno al servicio de uno o al servicio del otro. Y en este desprendimiento, donde las pasiones humanas se canalizan fuera del yo, en la sencilla premisa de encontrar felicidad en el dar, entendemos un poco el summun de este pasaje del Purgatorio XI.



Dicho con las palabras de Oderisi:



"¡Oh vana gloria del quehacer humano, / cuán poco dura el verde de tu cima,/ si una edad más grosera no despunta!/ El humano rumor es solo un soplo / De viento, que de aquí y de allí se acerca, / Y muda el nombre porque muda el sitio"

(Purgatorio XI, 91-96)



Llevamos el problema de la futilidad que implica el talento con fines propios al talento del docto a favor de los otros. Tomás de Aquino en su tesis sobre la defensa del pobre pone de manifiesto cómo debe emplear el docto sus talentos.



En la cuestión 71 (sobre la injusticia que cometen durante el juicio los abogados) (Summa II-IIae, Secunda Secundae) Tomás de Aquino revela la vocación del docto frente al desgraciado, cuya defensa le es necesaria. Y plantea: "¿tiene obligación de ejercer la defensa en la causa de los pobres?"



"1. Léese en Ex 23,5: Si ves el asno del que te odia caído bajo el peso de la carga, no pases de largo, sino ayúdale a levantarlo. Ahora bien: no amenaza un peligro menor al pobre si en su causa es oprimido contra la justicia que si su asno yace bajo la carga. Luego el abogado tiene obligación de ejercitar la defensa en las causas de los pobres.


2. Gregorio, en una homilía , dice: El que tenga inteligencia, cuídese muchísimo de no callar; el que tenga abundancia de bienes, no cese en su misericordia; el que posea el arte de dirigir a otros, comuníquelo al prójimo; el que tenga acceso a la casa del rico, interceda por los pobres; porque todo lo que sea recibido, por mínimo que sea, se considera como un talento, del que será pedida cuenta. Mas nadie está obligado a esconder el talento confiado, sino a emplearlo con fidelidad; es lo que se desprende del castigo del siervo que escondió su riqueza, según Mt 25,24. Luego el abogado tiene obligación de hablar en favor de los pobres.



2. El hombre está obligado a emplear útilmente el talento que le ha sido confiado, teniendo presente las circunstancias del lugar, tiempo y otros factores, como se ha expuesto (en la sol.)"





El "qué-dirán-de-mí" es ese soplo fugaz que usurpa el privilegio de lo divino. El lastre que agota por el peso de la culpa a aquellos condenados que Dante quiere ver en penitencia. Y el talento resulta ser ese peso que pudo ser leve en el tiempo debido: por ser futil, mejor canalizarla con fines de desprendimiento, requisito indispensable en la trascendencia de este canto XI.



Las pasiónes humanas bifurcan así en el delta, en el amplio valle de la retribución a lo Divino: Ad Gloriam Dei, haciendo soportable esta levedad del Ser trascendido.

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