El canto XII es casi todo alucinado.
La repetición de los trece tercetos, con ejemplos de soberbia castigada, al inicio del canto, produce una sensación de trance, como de alguien que camina medio dormido.
El prepurgatorio era muy parecido al infierno, desde el punto de vista de Dante personaje: Dante era un ser humano presenciando cosas ultra-humanas, pero a él no le pasaba nada, su conciencia humana permanecía intacta, su percepción de lo externo inalterada.
Uan vez pasada la puerta del ángel de las llaves Dante entra en un mundo medio onírico, donde el roce del ala de un ángel escribe siete Ps en su frente y luego las va borrando. Conforme Dante va subiendo por el purgatorio, su conciencia --su manera de percibir la realidad exterior-- va haciéndose más borrosa.
Este tono onírico llega a su máximo en Purgatorio XXX con la procesión alegórica.
La ilustración es de William Blake: Dante y Virgilio ante el ángel de las llaves (Pur. IX)
RC
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