En Purgatorio 2, a poco de llegar los dos peregrinos a la orilla del monte del Purgatorio, presenciamos una escena musical. El músico Casella, amigo de Dante, entona una canción: Amor che nela mente mi ragiona...
cominció elli allor sí dolcemente,
che la dolcezza ancor dentro mi sona.
Lo mio maestro e io e quella gente
ch'eran con lui parevan sí contenti,
come a nessun tocasse altro la mente. (Pur. 2, 113-117)
(Comenzó él a cantar tan dulcemente
que la dulzura todavía suena dentro de mí.
Mi maestro y yo y aquella gente
que llegó con Casella parecíamos tan contentos
como quien nada más tiene en la mente)
Igual que en el relato clásico de Orfeo, los oyentes son "transportados" fuera de sus sentidos, quedando solamente atentos a la música. A esto se le llamaba el "olvido" de los sentidos.
En el canto octavo del Purgatorio Dante vuelve a sentir este "olvido" de los sentidos cuando una de las almas se levanta, eleva ambas manos, y devotamente canta el himno del anochecer "Te lucis ante terminum..."
Te lucis ante sí devotamente
le uscío di bocca e con si dolci note,
che fece me a me uscir di mente; (Pur. VIII, 13-15)
(El "Te lucis ante" tan devotamente
salió de su boca, y con notas tan dulces,
que me hizo salir de mi mente )
Más de doscientos años después de Dante nuestro Fray Luis de León iba a escribir sobre este mismo tema --su Oda tercera dedicada a Francisco Salinas, el organista ciego de la catedral de Salamanca, de la cual copio las estrofas finales:
Aquí la alma navega
por un mar de dulzura, y finalmente
en él ansí se anega
que ningún accidente
estraño y peregrino oye o siente.
¡Oh, desmayo dichoso!
¡Oh, muerte que das vida! ¡Oh, dulce olvido!
¡Durase en tu reposo,
sin ser restituido
jamás a aqueste bajo y vil sentido!
A este bien os llamo,
gloria del apolíneo sacro coro,
amigos a quien amo
sobre todo tesoro;
que todo lo visible es triste lloro.
¡Oh, suene de contino,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
por quien al bien divino
despiertan los sentidos
quedando a lo demás amortecidos!
2 comentarios:
se ve muy elegante ahora, aunque el negro me gustaba mucho tambien. para el cielo tiene que ser un color casi inperceptible.
El olvido dantiano es la concentración a lo inmanente, como es el caso de la música sacra, pues se componía esta con fines rituales y de oración, plegaria y meditación. El efecto es el mismo que produjo Guido de Arezzo, cuando formuló estas estrofas para el Himno a San Juan:
UT quean laxis
REsonare fibris
MIra gestorum
FAmuli tuorum
SOL ve populi
LAbii reatum
Sancte Ioanes
Como una formula de mnemotecnia para recordar las escalas hexacordes que los aprendices debían retener para el solfeo común. Lo interesante es que el canto estaba consagrado a la polifonía sacra, con los fines que Dante describe como "olvido de la mente".
No nos extraña en un poeta como Dante esta actitud pía frente a la música: de éxtasis envolvente y amnésico.
L
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