domingo, 20 de marzo de 2011

Mañana leemos Paraíso 28




Junto con Paraíso 27, el canto de mañana es interesantísimo en lo que concierne a la topografía del Paraíso. Dante ha ido ascendiendo hacia Dios, hacia lo invisible. Ahora que ha entrado en lo invisible se da cuenta de que EL CENTRO del cosmos (visible e invisible) es un punto infinitesimal de luz intensa del que mana toda la vitalidad del cosmos (Dios).

¿Cómo es posible que Dante haya estado ASCENDIENDO hacia el CENTRO?...

Al entrar en lo invisible se produce un cambio de parámetros geométricos: ya no estamos en un universo de tres dimensiones. Lo invisible incluye también a lo visible.

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Otra cuestión interesante que ocurre en este canto 28 es la primera visión dantesca de la divinidad.

Conforme ascendía, Dante ha ido adecuando su visión mortal (humana) a la visión de la Gloria, del Supremo Bien. PERO SUS OJOS TODAVÍA SON HUMANOS. Por lo tanto, la primera visión que él tiene es TODAVíA una analogía: Dante percibe la divinidad como un sistema planetario donde los nueve órdenes angélicos circulan alrededor del punto mínimo de luz intensa.

A partir de Paraíso XXX, cuando Dante ingrese al décimo cielo, y tras un enceguecimiento que lo "trashumana", Dante verá la misma cosa --la divinidad, los bienaventurados, Dios-- pero ya no con ojos humanos sino con ojos "transhumanos".

La imagen es de la ilustradora irlandesa Phoebe Anna Traquair.